Elección papal en la Capilla Sixtina: entre tensiones globales y la urgencia de renovar la Iglesia
Con la mirada del mundo puesta en Roma, 133 cardenales provenientes de 70 países se preparan para ingresar a la Capilla Sixtina y elegir al próximo Papa. Más allá de debates sobre el origen geográfico del futuro pontífice —si será el primero asiático o africano, conservador o progresista—, los cardenales parecen tener una prioridad clara: encontrar a alguien capaz de hacer que la Iglesia católica sea creíble y relevante en el siglo XXI, especialmente para las nuevas generaciones.

La misión es enorme. La Iglesia atraviesa una profunda crisis de credibilidad tras años de escándalos de abusos sexuales y financieros, y enfrenta el avance de la secularización, sobre todo en Europa. A esto se suma una burocracia interna a menudo ineficaz y un estado financiero delicado. “¡Necesitamos un superhombre!”, resumió con franqueza el cardenal William Seng Chye Goh, arzobispo de Singapur.
Este miércoles, los cardenales iniciarán formalmente el cónclave bajo los frescos de Miguel Ángel. Si ningún candidato alcanza la mayoría requerida de dos tercios (89 votos), se celebrarán nuevas votaciones en los días siguientes. A lo largo del proceso, los “príncipes de la Iglesia” estarán guiados, según su fe, por la acción del Espíritu Santo, aunque, como dijo en su momento el papa Benedicto XVI, “la única garantía es que la cosa no se arruine totalmente”.
Una Iglesia que cambia de geografía
En los últimos años, el centro de gravedad del catolicismo se ha desplazado del norte global hacia Asia y África, donde el número de fieles y vocaciones al sacerdocio está en aumento. En contraste, regiones tradicionalmente católicas como Europa están viendo vaciarse sus iglesias. “Asia está lista para la evangelización y la cosecha de vocaciones”, afirmó el reverendo Robert Reyes, cercano al cardenal filipino Luis Antonio Tagle, considerado uno de los papables.
El cardenal Oswald Gracias, de India, insistió en que la Iglesia debe volverse “más asiática, cultural y espiritualmente”, destacando el potencial de esa región para influir en la fe global. Asia cuenta actualmente con 23 cardenales electores, el segundo bloque más grande después de Europa.
Uno de los dilemas geopolíticos más delicados es la relación con China. En 2018, el Vaticano firmó un acuerdo con Beijing sobre el nombramiento de obispos, criticado por muchos como una traición a los católicos que resistieron décadas de persecución comunista. El futuro Papa deberá decidir si continúa o modifica esta política.
África también reclama protagonismo
África, con un 20% de población católica y un crecimiento constante en vocaciones, también se posiciona como una voz clave. El cardenal Fridolin Ambongo Besungu, de la República Democrática del Congo, recordó que la elección no se hace por regiones sino por el bien de la Iglesia universal. “Cuando terminemos, regresaré a Kinsasa y me volveré a poner mi sombrero de arzobispo. La lucha continúa”, expresó.
El cardenal Jean-Paul Vesco, arzobispo de Argel, admitió que la diversidad geográfica del cónclave ha dificultado que los cardenales se conozcan entre sí, pero confía en que el proceso revelará al candidato adecuado: “Cada día me digo, ‘¡Ah! ¡Oh, Dios mío! ¡Ahí lo tenemos!’”.
En definitiva, el próximo Papa no solo deberá liderar una Iglesia en crisis, sino también responder a un mundo cambiante y a una comunidad de fieles que clama por autenticidad, esperanza y renovación.
Fuentes varias