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“Que gane San Lorenzo”: la historia de amor entre el papa Francisco y el club de su vida

La muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes a las 7:35 de la mañana (hora local), deja no solo un vacío espiritual en millones de fieles alrededor del mundo, sino también una historia entrañable que vincula al Sumo Pontífice con una de sus más grandes pasiones terrenales: San Lorenzo de Almagro. El club de Boedo fue, desde su infancia, parte esencial de la identidad de Jorge Mario Bergoglio, quien nunca ocultó su fanatismo por el Ciclón.

“Que gane San Lorenzo”, respondió sin titubear a un periodista argentino que le pidió una bendición para el país poco después de su elección en 2013. Aquella frase, que conmovió tanto como sorprendió, sintetizaba una vida de fidelidad futbolera que trascendió los límites del Vaticano.

Bergoglio era el socio número 88.235 del club desde 2008, y continuó pagando su cuota incluso tras convertirse en Papa. Aunque no veía televisión desde 1990, se mantenía informado de los partidos y resultados a través de allegados del Vaticano. Su vínculo con el club incluyó momentos memorables, como cuando seguía minuto a minuto la final de la Copa Libertadores 2014 mientras viajaba hacia Corea del Sur.

La historia comenzó en 1946, cuando, con apenas nueve años, su padre Mario —empleado ferroviario y ferviente hincha— lo llevó al viejo Gasómetro. Aquel año, San Lorenzo se consagró campeón con un equipo histórico y una delantera letal conocida como el “Trío de Oro”: Farro, Pontoni y Martino. René Pontoni, en particular, fue su gran ídolo. Décadas más tarde, el Papa aún evocaba con asombrosa precisión jugadas y goles de aquella campaña.

Tras su elección papal, el club lo homenajeó con banderas, camisetas con su rostro, y el título del Torneo Inicial 2013 fue celebrado como un tributo a su figura. Pero el hito máximo fue la conquista de la Libertadores en 2014, cuando una delegación del club viajó a Roma para entregarle una camiseta especial y una réplica del trofeo. “Son unos caraduras”, bromeó Francisco, al ver el escudo con una aureola.

La relación con San Lorenzo también se manifestó en gestos más íntimos. En 2009, como arzobispo de Buenos Aires, visitó la pensión del club y confirmó a jóvenes de las inferiores, entre ellos Ángel Correa, quien años más tarde se consagraría campeón de América, de la Finalissima y del Mundial con la Selección Argentina.

A lo largo de los años, Francisco recibió a figuras como Lionel Messi y Diego Maradona, y con cada encuentro fortalecía el lazo entre la fe y el fútbol, entre el Vaticano y el barrio de Boedo. Para los hinchas de San Lorenzo, Francisco fue más que un Papa: fue un hermano cuervo con sotana blanca.

“Que gane San Lorenzo” quedará para siempre como la frase que selló el vínculo eterno entre el Papa y su amado club. Porque antes de llegar a Roma, Jorge Bergoglio ya llevaba los colores azulgranas en el alma.

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