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El apagón ibérico reaviva el debate sobre la red eléctrica y el modelo energético en España

El reciente apagón que afectó a gran parte de España, Portugal y Andorra encendió las alertas sobre la fragilidad y complejidad del sistema eléctrico ibérico. Aunque el corte no impactó a Ceuta, Melilla y Canarias, debido a sus conexiones independientes, el incidente ha puesto el foco en el funcionamiento de la Red Eléctrica de España (REE) y en la necesidad de fortalecer las infraestructuras energéticas ante posibles contingencias.

La REE, parte del grupo Redeia, es la encargada de gestionar la red de alta tensión y de mantener el equilibrio entre producción y consumo eléctrico. Su Centro de Control Eléctrico garantiza que la electricidad fluya de forma continua y eficiente por todo el país. Frente a un apagón, REE activa protocolos de reposición de suministro mediante generación distribuida y sistemas de almacenamiento energético, trabajando en coordinación con empresas como Endesa e Iberdrola, responsables de la distribución de media y baja tensión.

En paralelo, España continúa su camino hacia la transición energética. En 2024, más del 50% del mix eléctrico proviene de energías renovables, incluyendo fuentes como la solar, eólica, hidráulica y biomasa. A pesar de este avance, las centrales térmicas de ciclo combinado, que funcionan con gas natural, siguen siendo fundamentales para cubrir la demanda total de energía.

Este punto conecta con un problema más amplio: el vínculo entre el precio del gas natural y el coste de la electricidad en Europa. Las tensiones entre Rusia y la Unión Europea, agravadas tras la invasión a Ucrania, han reducido el suministro de gas ruso, provocando un aumento sin precedentes en los precios de la energía. Esta situación ha sido criticada por países como España, que consideran injusto que la energía renovable —más barata— se venda al mismo precio que la generada con combustibles fósiles.

Ante esta crisis, la Comisión Europea discute posibles intervenciones en el mercado energético, incluyendo límites al precio del gas y subsidios a las facturas eléctricas. Además, se evalúa desvincular el coste de la electricidad del gas y promover reformas estructurales que incentiven aún más las inversiones en fuentes renovables.

El apagón ibérico, lejos de ser solo un incidente aislado, expone la necesidad urgente de una infraestructura eléctrica más resiliente, una mayor independencia energética y un modelo tarifario más justo y transparente para los ciudadanos.

Fuentes varias

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