“Deportaciones masivas” como tema central en la campaña presidencial 2024
Ha pasado casi una década desde que Donald Trump anunció su primera campaña presidencial difamando a los mexicanos acusándolos de ser “criminales” y “violadores”. A través de los años, como candidato y presidente, las mentiras sobre los inmigrantes y la animosidad hacia esa comunidad, han sido su única constante. Y por eso es fácil volverse insensible al nativismo de Trump y sus consecuencias, o no entender por qué la más reciente versión de su xenofobia y su prometida agenda para un segundo mandato deberían hacer sonar las alarmas entre todos los estadounidenses, sean o no inmigrantes.
A pesar de todas las promesas de “unidad” en la reciente Convención Nacional Republicana, el único tema unificador fue el despliegue de su horrible narrativa antiinmigrante. Aunque lo anticipamos, el espectáculo que presenciamos superó nuestras expectativas. Desde la aterradora representación de los inmigrantes como “criminales” hasta el uso de la peligrosa retórica de la “invasión” y el “reemplazo”, las miles de pancartas que leían “¡Deportación masiva ahora!”, y los asistentes coreando “¡Envíenlos de vuelta!”, queda claro que en 2024 el Partido Republicano ha abrazado plenamente un tipo de nativismo y nacionalismo que asesta un golpe al corazón de lo que somos como país, y amenaza nuestros intereses nacionales.
Qué triste que el Partido Republicano haya pasado de Abraham Lincoln, que dijo que la inmigración era una “fuente de riqueza y fuerza nacional” y Ronald Reagan, que pidió que su “ciudad sobre la colina” estuviera “abierta a cualquiera con la voluntad y el corazón para llegar aquí”, a Donald Trump, que dice que los inmigrantes están “envenenando la sangre de nuestro país” y prometió, en su discurso ante la Convención Nacional Republicana de 2024, el mayor operativo de deportaciones de la historia de Estados Unidos. Esto incluiría purgas, redadas y detenciones masivas de inmigrantes establecidos desde hace mucho tiempo, como los Dreamers, y los que integran familias estadounidenses de situación migratoria mixta.
Para quienes creen que solamente se trata de un mensaje político o que únicamente son pancartas y consignas que no se harán realidad, la reciente convención republicana que oficialmente nominó a Trump debe servir como una llamada de atención. Su horrible mensaje antiinmigrante y la agenda de deportación masiva encabezan su nueva plataforma de partido y se están preparando para implementarla.
El plan de deportaciones masivas de Trump es el tema migratorio y económico más importante de la campaña 2024. Implicaría el despliegue de tropas de la Guardia Nacional de los estados rojos (republicanos) en comunidades de los estados azules (demócratas), y campos de detención masiva dirigidos por militares. Y no se centraría únicamente en los inmigrantes recién llegados, que ya han estado en el centro del debate político, sino también en los inmigrantes establecidos desde hace mucho tiempo en Estados Unidos. Como declaró el exdirector de ICE, Tom Homan, “nadie debería ser descartado”. El propio Trump señaló que “te desharás de diez realmente malos. Y de una hermosa madre… siempre será difícil”. Aquí no hay exageraciones; no están ocultando nada. Están delineando y explicando públicamente sus planes para deportar a madres y a todo mundo.
El impacto económico de este plan sobre las principales industrias estadounidenses sería enorme, y afectaría a todos los hogares, independientemente de su situación migratoria. Un cálculo del Instituto Peterson de Economía Internacional concluye que las deportaciones masivas reducirían el PIB real en un 12% si se deportara a 7.5 millones de trabajadores”, y “en un 2.1% si se deportara a 1.3 millones… Ambos escenarios desencadenarían una grave inflación”. Robert Shapiro, exsubsecretario de Comercio para Asuntos Económicos, llegó a conclusiones similares, indicando que “infligiría miseria a nivel masivo y grandes costos para los contribuyentes y la economía… [provocando] una recesión a la vez que reavivaría la inflación”.
Sin embargo, por negativo que sea el potencial impacto económico, los costos y las consecuencias reales de las deportaciones masivas no se miden en dólares y centavos. Se trata de nuestros amigos y vecinos, familiares y compañeros de trabajo, compañeros de clase y sí, profesores. Se trata del tipo de nación que hemos sido y que aspiramos ser.
A pesar de la jubilosa xenofobia en la Convención Nacional Republicana, la gran mayoría de los estadounidenses no comparten esa visión y apoyan firmemente que los Dreamers y los inmigrantes establecidos aquí desde hace mucho tiempo se conviertan en ciudadanos estadounidenses en lugar de ser objetivos de deportación.
Lo que está en juego en noviembre son visiones fundamentalmente diferentes para Estados Unidos y nuestro futuro. La inmigración es fundamental para hacer esta distinción. Nuestra historia migratoria no es una historia sencilla de progreso recto o resumida en la simplificada frase de “una nación de inmigrantes”. Sin embargo, la inmigración ha sido y es parte de nuestro ADN. Estados Unidos simplemente no es lo mismo sin ella y no será mejor sin ella.
En última instancia, necesitamos manejar la inmigración, no reprimirla. Necesitamos un sistema migratorio funcional consistente con nuestros valores y que atienda las necesidades de nuestra nación. No el futuro distópico que promete Trump, que destruiría nuestra economía, nuestras familias y nuestras comunidades.
Vanessa Cárdenas, directora ejecutiva de “America’s Voice”