Dejar de fumar, incluso en la edad adulta, reduce la pérdida de memoria y lenguaje en la vejez
Un nuevo estudio internacional liderado por el University College London (UCL) demuestra que nunca es tarde para dejar de fumar. La investigación, publicada en la revista The Lancet Healthy Longevity, revela que abandonar el tabaco en edades avanzadas ralentiza significativamente el deterioro cognitivo, especialmente en la memoria y la fluidez verbal, dos habilidades clave para mantener la autonomía y prevenir la demencia.
El análisis incluyó datos de más de 9.400 adultos de 40 años o más procedentes de 12 países, entre ellos Estados Unidos, Inglaterra y varias naciones europeas. Los resultados mostraron que quienes dejaron de fumar experimentaron una pérdida de memoria un 20% más lenta y una reducción del 50% en la pérdida de fluidez verbal en comparación con quienes continuaron fumando. Esto equivale a retrasar el envejecimiento mental hasta tres años en un periodo de seis.
La investigación, dirigida por la doctora Mikaela Bloomberg y el profesor Andrew Steptoe, se basó en el seguimiento de participantes de los estudios ELSA, SHARE y HRS entre 2002 y 2020. Los investigadores compararon a 4.718 personas que dejaron de fumar con un grupo similar de fumadores persistentes, emparejados por edad, sexo, educación y salud inicial.
Los beneficios se observaron independientemente de la edad al dejar el tabaco, lo que demuestra que incluso quienes lo hacen a los 50 años o más pueden preservar mejor su función cerebral. Por cada año de envejecimiento, los exfumadores presentaron entre tres y cuatro meses menos de pérdida de memoria y seis meses menos de pérdida de fluidez verbal que los fumadores activos.
Según los expertos, el tabaco afecta al cerebro al dañar los vasos sanguíneos, favorecer la inflamación crónica y aumentar el estrés oxidativo, factores que aceleran la muerte neuronal y el riesgo de demencia. Abandonar el cigarrillo, por el contrario, ayuda a reducir estos procesos y mantener la salud cognitiva a largo plazo.
“El deterioro cognitivo más lento se relaciona con un menor riesgo de demencia. Estos hallazgos refuerzan la evidencia de que dejar de fumar podría ser una estrategia preventiva para esta enfermedad”, explicó Steptoe. Por su parte, Bloomberg destacó que los resultados “muestran que dejar de fumar puede ayudar a conservar la función cerebral, incluso cuando se hace en etapas avanzadas de la vida”.
Aunque el estudio fue observacional y no establece una causalidad definitiva, sus conclusiones respaldan la necesidad de integrar estos hallazgos en las políticas públicas de salud, especialmente orientadas a adultos mayores, quienes suelen tener más dificultades para abandonar el tabaco.
En definitiva, el mensaje es claro: dejar de fumar siempre vale la pena, sin importar la edad. Los beneficios cognitivos se acumulan con el tiempo y pueden traducirse en una mente más ágil y un menor riesgo de demencia en la vejez.
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