León XIV mantiene firme el legado de Francisco en defensa de los inmigrantes
La postura del nuevo Papa León XIV, anteriormente el cardenal Robert Francis Prevost, respecto a la situación de los inmigrantes en Estados Unidos promete marcar un nuevo capítulo en la tensa relación entre el Vaticano y la administración de Donald Trump. Con una trayectoria pastoral profundamente comprometida con los desarraigados, León XIV ha reafirmado su voluntad de continuar el enfoque pro-migrante impulsado por su predecesor, el papa Francisco.
Antes de asumir el papado, Prevost presidió la Pontificia Comisión para América Latina, desde donde expresó una preocupación constante por los inmigrantes indocumentados procedentes de América Latina que arriesgan todo para buscar un futuro mejor en Estados Unidos. Su visión, alineada con la de Francisco, se enmarca dentro del programa eclesial “Construyendo Puentes”, una iniciativa global para promover el diálogo y el encuentro entre culturas, religiones y pueblos.
Desde el balcón papal, León XIV dejó claro que el camino sinodal y la defensa de los migrantes seguirán siendo una prioridad durante su pontificado. Con un mensaje directo, expresó: “Construir puentes con el diálogo, con el encuentro, llevándonos a todos a ser un solo pueblo siempre en paz”.
Su posición desafía directamente la agenda migratoria del gobierno republicano, que lidera Trump y cuyo vicepresidente, JD Vance, ya ha protagonizado cruces públicos con el Vaticano. En un episodio simbólico, Vance respondió a una crítica del papa Francisco sobre las políticas de deportación recurriendo al concepto de “ordo amoris” de San Agustín. Sin embargo, esa misma tradición teológica fue utilizada por Francisco —con el apoyo conceptual de Prevost— para reafirmar que el verdadero orden del amor cristiano debe abrirse “a todos, sin excepción”.
León XIV, de formación agustiniana, participó activamente en la redacción de la carta dirigida a los obispos estadounidenses, reafirmando que el cristianismo no puede justificar la exclusión ni la indiferencia frente al sufrimiento humano. Su intervención no fue un gesto de obediencia institucional, sino una manifestación racional y teológica de convicción pastoral.
Así, el nuevo Papa combina continuidad y personalidad propia: hereda la bandera de la misericordia de Francisco, pero comienza a imprimir su sello con un tono más estructurado y dialogante, reafirmando a la Iglesia como un actor global comprometido con la justicia y la inclusión.
Fuentes varias