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Europa en crisis mientras EE.UU. negocia con Rusia el fin de la guerra en Ucrania

Europa enfrenta una de sus mayores crisis de seguridad desde la Guerra Fría. La retirada del apoyo estadounidense a Ucrania y la posible rehabilitación de Vladimir Putin por parte de Donald Trump han encendido las alarmas en el continente. Mientras la Casa Blanca inicia negociaciones directas con el Kremlin sin la participación de los aliados europeos, la incertidumbre sobre el futuro de la OTAN y la estabilidad en la región aumenta.

El presidente Trump ha dejado claro su desinterés en seguir apoyando a Ucrania, culpándola falsamente del conflicto y sugiriendo un alto el fuego sin garantías de seguridad. Además, su retórica ha puesto en duda el compromiso de EE.UU. con la defensa de la OTAN, dejando a Europa en una posición vulnerable. Uno de los mayores temores es que Washington reduzca o retire sus fuerzas militares del continente, exponiendo a los países de Europa del Este ante una posible agresión rusa.

Ante este escenario, los líderes europeos se enfrentan a un dilema: reforzar su capacidad de defensa de manera autónoma o seguir dependiendo de un aliado cada vez más inestable. Hasta ahora, la respuesta ha sido insuficiente. Europa sigue con un gasto militar por debajo de lo necesario y atrapada en una visión del mundo basada en tratados y valores compartidos que podrían no ser suficientes en un contexto global cada vez más volátil.

La solución pasa por medidas concretas e inmediatas. Europa necesita un enviado único para negociar con Ucrania, Rusia y EE.UU. Además, debería endurecer sus sanciones contra Moscú y aprovechar los 210.000 millones de euros de activos rusos congelados en bancos europeos para financiar la defensa ucraniana. A medio plazo, la UE debe impulsar una movilización masiva de recursos para fortalecer su capacidad militar, incluyendo el desarrollo de infraestructura estratégica y una mayor cooperación en materia de defensa.

El reto es grande y requiere sacrificios. Aumentar el gasto en defensa podría significar recortes en el estado de bienestar, además de reformas económicas y fiscales profundas. No obstante, si Europa no toma el control de su propia seguridad, corre el riesgo de quedar a merced de un nuevo orden mundial donde su papel será cada vez más secundario.

Fuentes varias

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