SALUD: Los cambios de políticas ayudarían en un tiempo de gran desarrollo de fármacos
El 2022 fue un año increíblemente productivo para los científicos estadounidenses. Los investigadores biofarmacéuticos realizaron más de 7000 programas clínicos, incluidos más de 3000 para el cáncer, 182 para enfermedades cardiovasculares, 111 para la enfermedad de Alzheimer y 57 para la diabetes tipo II. Es importante destacar que el 77 % de estas terapias se originaron en pequeñas empresas de biotecnología que trabajaban para lograr su primer avance.
Y hay mucho que esperar en 2023, al menos en el lado científico del mundo biofarmacéutico. Las empresas están logrando grandes avances para abordar la obesidad, el cáncer de mama en etapa avanzada y el Alzheimer, e incluso ven prometedor el uso de ARNm (la tecnología que hizo posibles muchas de las vacunas contra el COVID) para desarrollar nuevas vacunas contra el RSV, el VIH y la gripe.
Desafortunadamente, 2022 también vio varios errores de política que podrían cuestionar todo el excelente trabajo que se lleva a cabo en los laboratorios de todo el país. La buena noticia es que aún es posible revertir estos cambios adversos.
Varias aprobaciones exitosas de la FDA destacan los logros farmacéuticos del año pasado. En mayo, la FDA aprobó una inyección semanal que mejora el control del azúcar en la sangre en adultos con diabetes tipo 2.
En septiembre, la FDA aprobó un nuevo tratamiento para la esclerosis lateral amiotrófica, más conocida como ELA. Se ha demostrado que el medicamento oral prolonga la vida de las personas que viven con ELA al retrasar la progresión de la enfermedad inevitablemente fatal.
2022 también trajo muchos desarrollos en CRISPR y tratamientos de terapia génica, incluidos ensayos clínicos destinados a tratar la enfermedad de células falciformes. Además, la FDA aprobó la primera terapia génica para adultos con hemofilia B y la primera terapia génica basada en células para la beta-talasemia.
Aún así, el potencial de estas herramientas de vanguardia apenas ha comenzado a explotarse. En los próximos años, estas tecnologías de transformación podrían ayudar a combatir todo, desde enfermedades genéticas hasta tumores sólidos, cánceres de sangre y VIH.
Sin embargo, el pronóstico para 2023 no es uniformemente favorable. Descubrir y desarrollar nuevos medicamentos efectivos requiere no solo conocimientos científicos, sino también un entorno político que apoye la innovación y el acceso de los pacientes a nuevos medicamentos.
Desafortunadamente, el clima de inversión actual para el desarrollo de fármacos sigue siendo un desafío. Desde la decisión de la Organización Mundial del Comercio de renunciar a las protecciones de propiedad intelectual sobre las vacunas contra el covid-19 en junio hasta que el Congreso impuso controles de precios a los medicamentos en un proyecto de ley de agosto, los legisladores nacionales y extranjeros no están brindando a los científicos el apoyo que necesitan.
Ciertas mejoras de política, como la iniciativa Cancer Moonshot del presidente Biden, que dedica más subvenciones federales a la investigación oncológica, son bienvenidas, pero no son suficientes para contrarrestar estas amenazas al progreso de los pacientes. Sin un entorno de políticas de apoyo, los científicos tendrán dificultades para lograr avances futuros como las vacunas contra el covid-19.
The Economist señaló una vez que “crear nuevos medicamentos a través de la biotecnología es el extremo arriesgado de un negocio en el que la fuerza sobrehumana y los bolsillos sin fondo son requisitos mínimos”. Las empresas de biotecnología están dispuestas a aceptar esta tarea hercúlea porque quieren mejorar la vida de los pacientes en todo el mundo, pero solo pueden hacerlo si existen los incentivos adecuados.
Por eso es esencial que fomentemos un entorno político sólido que permita que el desarrollo de fármacos se mantenga al día con su potencial.
Rachel King, directora ejecutiva interina de la Organización de Innovación en Biotecnología. También es miembro de la junta directiva de Novavax.