La depresión en jóvenes alcanza niveles récord y uno de cada cuatro recibe tratamiento
La depresión entre adultos jóvenes en Estados Unidos alcanzó cifras históricas en 2025, según un informe de la consultora internacional Gallup. El estudio reveló que el 26,7% de los estadounidenses de entre 18 y 29 años está bajo tratamiento médico por depresión, más del doble que en 2017, cuando la cifra era del 13%.
El fenómeno, considerado ya una crisis de salud pública, afecta principalmente a quienes tienen menos de 30 años y a jóvenes en situación socioeconómica vulnerable. Gallup señala que la prevalencia de la depresión creció de manera acelerada tras la pandemia de COVID-19, que impactó con fuerza en el bienestar mental de la población más joven.
El informe, basado en el National Health and Well-Being Index, coincide con estudios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que registraron un aumento sostenido de la depresión juvenil en la última década. Los CDC advierten que factores como el aislamiento, la incertidumbre económica y las dificultades para acceder a atención médica han contribuido a esta tendencia.
Las estadísticas muestran una relación directa entre bajos ingresos y depresión: en hogares con ingresos inferiores a 24.000 dólares anuales, la proporción de jóvenes en tratamiento llegó al 35,1%, trece puntos más que en 2017. La inseguridad alimentaria, la inestabilidad habitacional y la deuda estudiantil figuran entre los principales desencadenantes.
La soledad también emerge como un factor crítico: el 29% de los jóvenes de entre 18 y 29 años declaró experimentar altos niveles de aislamiento, un indicador que se asocia estrechamente a la depresión.
Autoridades sanitarias y expertos advierten que la problemática no solo afecta la calidad de vida, sino que también genera un fuerte impacto económico, con pérdidas estimadas en 23.000 millones de dólares anuales para el sector productivo por ausentismo laboral relacionado con la depresión.
Ante este panorama, el gobierno federal y los CDC han intensificado los esfuerzos para ampliar la cobertura de salud mental, reducir el estigma social en torno a los tratamientos y promover la atención temprana. Sin embargo, persisten barreras económicas y estructurales que dificultan el acceso equitativo a la atención.
Los especialistas coinciden en que, de no frenarse esta tendencia, la depresión juvenil seguirá marcando la agenda de salud pública, educativa y laboral en los próximos años, con un impacto creciente en la cohesión social y en la productividad del país.
Fuentes varias