Caída de Internet en Afganistán: una advertencia sobre la fragilidad digital y el futuro de la descentralización
La reciente caída nacional del servicio de Internet en Afganistán, que dejó sin conexión a unos 13 millones de ciudadanos durante cerca de 48 horas, ha encendido las alarmas sobre una vulnerabilidad crítica en el ecosistema global de las cadenas de bloques (blockchain): su dependencia de proveedores de Internet centralizados.
El incidente, ocurrido a fines de septiembre y restablecido el 1 de octubre, fue inicialmente atribuido a “problemas técnicos” con los cables de fibra óptica, aunque diversas fuentes —incluido un reporte de Reuters— sugieren que la medida habría sido ordenada por la administración talibán como una forma de control sobre la información digital.
Más allá de su origen, el apagón reveló un punto débil en la promesa de descentralización de la tecnología blockchain, que depende de la infraestructura física de Internet para operar.
“La caída en Afganistán no es solo una crisis de conectividad regional: es una llamada de atención”, señaló Michail Angelov, cofundador de la red inalámbrica descentralizada Roam Network. “Cuando la conectividad está monopolizada por unos pocos proveedores, la promesa de las cadenas de bloques puede desmoronarse de la noche a la mañana”.
Censura y control digital
El caso afgano no es aislado. En Irán, el acceso a Internet también ha sido restringido recientemente en el contexto de tensiones geopolíticas. En junio, el gobierno iraní suspendió la conectividad durante 13 días, limitando el acceso solo a plataformas de mensajería nacionales, según The Guardian. Muchos usuarios recurrieron a enlaces proxy y soluciones improvisadas para reconectarse.
Estos episodios exponen una paradoja: mientras el mundo avanza hacia una economía digital descentralizada, las redes de comunicación siguen sujetas a estructuras centralizadas vulnerables a la censura y a la manipulación gubernamental.
DePIN: el nuevo paradigma de conectividad descentralizada
La interrupción de Internet en Afganistán ha impulsado el interés en las redes de infraestructura física descentralizada (DePIN), una tendencia que busca llevar la descentralización más allá del software y aplicarla al nivel de la conectividad.
Proyectos como Roam Network, World Mobile y Helium trabajan para construir redes inalámbricas distribuidas que eliminen los puntos únicos de control.
- Roam utiliza datos de señal móvil obtenidos por crowdsourcing para crear un “mapa dinámico de conectividad” y desarrollar una red móvil basada en smartphones y eSIMs, que permita a los usuarios conectarse automáticamente a la mejor opción disponible, ya sea pública o privada.
- World Mobile, con presencia en más de 20 países y 2,3 millones de usuarios activos diarios, genera ingresos compartidos entre operadores locales y participantes.
- Helium, presente en 190 países, cuenta con más de 112.000 puntos de acceso y recompensa a los usuarios con tokens HNT por alojar nodos de red.
Una descentralización incompleta
Para los defensores de estas tecnologías, la caída de Internet en Afganistán deja claro que la verdadera descentralización aún está incompleta.
“Si la descentralización se detiene en la capa de protocolo, no hemos resuelto realmente el problema; solo hemos desplazado el control”, advirtió Angelov.
La lección es evidente: sin una infraestructura de conectividad distribuida, incluso la tecnología blockchain —diseñada para resistir la censura— sigue siendo vulnerable. Afganistán se convierte así en un recordatorio de que la libertad digital depende tanto de la infraestructura como del código.
Fuentes varias