Estados Unidos enfrenta su nivel más bajo de natalidad en décadas y crece la preocupación por el futuro
La tasa de natalidad en Estados Unidos ha alcanzado uno de sus niveles más bajos en décadas y las proyecciones apuntan a que seguirá disminuyendo en los próximos años, lo que genera inquietud social y política en torno a las consecuencias económicas y demográficas de este fenómeno.

De acuerdo con una encuesta del Pew Research Center, el 53% de los estadounidenses considera que la caída en el número de nacimientos tendrá un impacto negativo en la nación, una cifra que crece en comparación con años anteriores. La percepción varía por género y afiliación política: los hombres expresan mayor preocupación (59%) que las mujeres (48%), mientras que el 63% de los republicanos lo ve como un problema frente al 44% de los demócratas.
En el centro del debate está la llamada tasa de reemplazo, fijada en 2,1 hijos por mujer para mantener estable la población sin recurrir a la inmigración. Sin embargo, la Oficina Presupuestaria del Congreso estima que Estados Unidos se mantendrá en torno a 1,6 hijos por mujer durante las próximas tres décadas, una tendencia que amenaza con acelerar el envejecimiento poblacional, reducir la fuerza laboral y presionar aún más los sistemas de salud y pensiones.
El tema ha entrado también en el terreno político. La administración de Donald Trump llegó a considerar la creación de un “bono bebé” de 5.000 dólares, mientras que otros sectores han propuesto ampliar créditos fiscales, asegurar licencias parentales remuneradas y brindar acceso gratuito a guarderías. No obstante, la mayoría de los consultados (56%) se opone a una intervención activa del gobierno, lo que revela un alto nivel de resistencia hacia medidas estatales de fomento de la natalidad.
Las causas detrás de la disminución son múltiples: factores económicos tras la recesión de 2008, cambios culturales en los modelos familiares y nuevas prioridades individuales como la educación y el desarrollo profesional. Expertos como William Frey, de Brookings Institution, advierten sobre la falta de trabajadores jóvenes para sostener a la población mayor, mientras que Beth Jarosz, de Population Reference Bureau, alerta sobre el riesgo de descuidar la inversión en la infancia en medio del aumento del gasto destinado a los mayores.
Sin embargo, no todas las voces son pesimistas. Para Margaret Anne McConnell, profesora de economía en salud pública global, el retraso voluntario de la maternidad o la decisión de tener menos hijos también puede leerse como un signo de progreso, siempre que las familias logren decidir libremente el tamaño y momento de su descendencia.
El desafío para Estados Unidos será equilibrar el envejecimiento de la población con políticas de apoyo familiar, el rol de la inmigración y el respeto a los derechos reproductivos, en un escenario global donde pocos países han logrado revertir la tendencia de natalidad decreciente.
Fuentes varias