Escándalos virales de CEOs: cuando la reputación se convierte en la mayor vulnerabilidad corporativa
De un beso prohibido en pleno concierto de Coldplay a un vergonzoso robo de gorras en el US Open, los altos ejecutivos siguen acaparando titulares no por sus logros empresariales, sino por sus escándalos virales. En la era de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, los CEOs ya no pueden refugiarse en la discreción: cada gesto queda expuesto al escrutinio público y puede transformar su futuro profesional en cuestión de horas.
“Si eres un CEO que recuerda los viejos tiempos en los que te salías con la tuya, ahora debes saber que esos días se acabaron”, advirtió Erik Gordon, profesor de la Universidad de Michigan. Su análisis responde al caso del polaco Piotr Szczerek, director de la empresa Drogbruk, quien fue grabado arrebatando la gorra de un tenista a un niño en el US Open. El video desató indignación global y una avalancha de reseñas negativas contra su compañía, al punto de hundir su reputación en plataformas como Trustpilot.
Otro ejemplo fue el del ex CEO de Astronomer, Andy Byron, sorprendido en una actitud comprometedora con una colega durante un concierto de Coldplay. Las imágenes, reproducidas en pantallas gigantes y difundidas en redes sociales, provocaron su destitución inmediata.
Para Kara Alaimo, profesora de comunicación en la Universidad Fairleigh Dickinson, los escándalos de esta naturaleza demuestran cómo las juntas directivas ya no controlan la narrativa. “Las redes sociales emiten juicios en segundos, y el mal comportamiento puede volverse viral muy rápidamente”, explicó. Eso obliga a las empresas a actuar con rapidez, en lo que los expertos llaman la “hora dorada” de la respuesta a la crisis.
El daño no es solo reputacional, sino también financiero. Estudios señalan que gran parte del valor de mercado de una empresa está directamente ligado a la percepción pública. Por eso, la gestión de la reputación se ha convertido en una prioridad, incluso por encima de otros riesgos tradicionales.
Nell Minow, asesora en gobierno corporativo, sostuvo que las juntas deben dejar de ser inconsistentes: “El ejemplo desde arriba lo es todo”. Según la experta, la destitución reciente de un CEO de Nestlé por una relación con una subordinada marca un punto de inflexión, al demostrar que el poder ya no garantiza inmunidad.
La lección final para los ejecutivos es clara: en un mundo donde cada espectador porta una cámara, no existen segundas oportunidades para la mala conducta. Y en la economía de la reputación, la visibilidad lo es todo.
Fuentes varias

