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La inflación obliga a elegir entre comida y techo a millones de familias en EE. UU.

Mientras algunos indicadores muestran aumentos salariales en Estados Unidos, la realidad para millones de familias es cada vez más precaria. Tras el fin de las ayudas implementadas durante la pandemia, muchos hogares enfrentan el dilema de elegir entre pagar el alquiler o alimentar a sus hijos. Así lo revelan datos de la Oficina del Censo y testimonios recogidos por The Wall Street Journal.

Uno de los casos que ilustra esta contradicción es el de Lisa Meazler, madre de tres niñas, cuyo ingreso anual de 37.500 dólares no alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Aunque formalmente no está en situación de pobreza, vive con deudas, pagos atrasados y una constante presión emocional. “A veces pienso, ‘¿dónde fue que me equivoqué?’”, confiesa, tras admitir que pospuso el pago de la hipoteca para comprarle un pequeño regalo a sus hijas por Navidad.

La historia de Meazler no es aislada. Según las últimas cifras del Censo, cerca de 10 millones de niños viven en pobreza en Estados Unidos, y otros 35 millones residen en hogares apenas por encima de ese umbral. Esto significa que casi la mitad de los menores del país está excluida de la clase media.

El economista Luke Shaefer, de la Universidad de Michigan, advierte que por cada niño oficialmente pobre, hay de dos a tres más que viven al borde. “Nunca logran realmente progresar”, señala.

De la ayuda al olvido

Durante 2021, programas como la ampliación del Child Tax Credit lograron reducir la pobreza infantil al 5,6%, pero su eliminación ha revertido ese avance. En 2023, la pobreza infantil repuntó al 12,9%. Casos como el del condado de Broome, en Nueva York, reflejan esta regresión: su tasa de pobreza infantil subió un 50% en un año.

A esto se suman las recientes decisiones políticas que recortan el presupuesto federal destinado a asistencia alimentaria y médica. Una ley firmada por el expresidente Donald Trump el 4 de julio endurece el acceso a estos beneficios, anticipando un escenario aún más difícil para los más vulnerables.

Cristie Finch, de la organización Mothers & Babies, afirma que el salario mínimo actual no cubre el costo de vida familiar. Su entidad duplicó la asistencia alimentaria entre 2024 y 2025.

Más salario, menos ayuda

El fenómeno de ganar más pero vivir peor se explica por la interacción entre inflación y pérdida de beneficios. A medida que los ingresos suben levemente, muchas familias pierden apoyos estatales clave.

Abigail Wozniak, del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, señala que los hogares con ingresos bajos han sido los más castigados por la inflación en vivienda y alimentos. Jennifer Lesko, de la Broome County Urban League, coincide: “una leve mejora salarial implica la reducción abrupta de ayudas”.

Felica Allen, madre soltera y trabajadora hospitalaria, es ejemplo de ello. Su reciente aumento salarial a 22,90 dólares la hora le costó casi 500 dólares mensuales en asistencia alimentaria, obligándola a reducir su jornada laboral para volver a calificar. “Me siento atrapada en un juego interminable”, dice.

Cifras del Banco de la Reserva Federal de Nueva York confirman que los hogares de menores ingresos destinan más del 60% de su presupuesto a comida y vivienda. En este contexto, la paradoja es clara: aunque se gane más, cada vez alcanza para menos.

Fuentes varias

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