La puntualidad extrema puede reflejar ansiedad y necesidad de control, según psicólogos
Un análisis revela que llegar siempre antes de la hora puede ser una estrategia inconsciente para reducir la incertidumbre y manejar la ansiedad anticipatoria
Ser puntual suele considerarse una virtud, una muestra de respeto o incluso un signo de eficiencia. Sin embargo, la psicóloga Olga Albaladejo, consultada por la revista Cuerpomente, advierte que la puntualidad extrema puede ser también un reflejo de ansiedad y necesidad de control, más que un simple hábito social o profesional.
“Llegar sistemáticamente pronto suele reflejar una alta necesidad de control y una baja tolerancia a la incertidumbre”, explicó Albaladejo. En muchos casos, esta conducta actúa como un mecanismo de defensa ante lo imprevisto, ofreciendo a la persona una sensación de seguridad y dominio sobre el entorno.
La especialista distingue tres perfiles comunes entre quienes practican la puntualidad extrema. El previsor ansioso, que teme los imprevistos y busca evitar el estrés; el perfeccionista responsable, que asocia su valor personal al cumplimiento estricto de las normas; y el complaciente o hiperresponsable, que busca agradar o evitar conflictos mediante la puntualidad. En todos ellos, este comportamiento funciona como una forma de controlar la ansiedad y reforzar el sentido de compromiso.
El fenómeno, añade Cuerpomente, está relacionado con la ansiedad anticipatoria, un estado en el que la persona experimenta estrés ante la posibilidad de llegar tarde o fallar a las expectativas. “Llegar pronto calma momentáneamente esa tensión, pero a la larga puede reforzar el patrón ansioso”, señala Albaladejo, quien advierte que esta respuesta está vinculada a la hiperactivación del sistema nervioso simpático, responsable de la reacción de alerta constante.
Para superar esta rigidez, la psicóloga recomienda identificar el origen del miedo, exponerse gradualmente a pequeños retrasos, aprender a usar el tiempo de espera en actividades placenteras y cuestionar las consecuencias reales de llegar tarde. “Descubrir que, en la mayoría de los casos, el temor no tiene base real puede ser profundamente liberador”, afirma.
La puntualidad, un valor cultural variable
La percepción de la puntualidad cambia según la cultura. De acuerdo con Psychology Today, en países como Japón o Suiza, la puntualidad se asocia con respeto y eficiencia, y los retrasos se consideran una falta grave. En cambio, en lugares como Brasil, Filipinas o India, el tiempo se concibe de forma más flexible: llegar tarde no implica desinterés, sino una prioridad por la convivencia y el disfrute del momento presente.
En sociedades donde “el tiempo es dinero”, como Estados Unidos o Japón, ser puntual es una obligación moral. En otras, donde se valora más la conexión humana, la rigidez horaria pierde relevancia. En ese sentido, la psicóloga concluye que el equilibrio ideal está en respetar el tiempo de los demás sin convertirlo en una fuente de ansiedad, aprendiendo a convivir con la incertidumbre y a disfrutar del presente.
Fuentes varias

