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Nuevos documentos del caso Epstein exponen el rol de Ghislaine Maxwell en la manipulación de menores

La divulgación reciente de nuevos expedientes judiciales en el caso de Jeffrey Epstein ha vuelto a colocar en el centro del debate público el papel de Ghislaine Maxwell, al detallar presuntas estrategias de manipulación emocional utilizadas para captar y someter a adolescentes dentro de la red de abusos del financiero estadounidense. Los documentos, presentados ante un gran jurado y ahora conocidos, también evidencian los alcances y limitaciones del proceso judicial previo al juicio.

Según los testimonios recogidos, Maxwell habría desempeñado un rol activo en la normalización del entorno abusivo, creando una atmósfera de confianza y familiaridad que minimizaba las señales de alarma entre las víctimas. Un agente de la ley declaró ante el gran jurado que Maxwell se presentaba como una figura cercana, “como una hermana mayor genial”, y transmitía a las jóvenes la idea de que determinadas conductas formaban parte de la vida adulta.

De acuerdo con los relatos citados por The Guardian, algunas adolescentes describieron sus primeras visitas a las propiedades de Epstein como experiencias “extrañas” y desconcertantes, sensaciones que se diluían con el tiempo debido a la actitud de Maxwell, quien banalizaba situaciones que inicialmente generaban incomodidad. Esta dinámica, señalan los documentos, favoreció un sentimiento de pertenencia y dependencia emocional entre las víctimas.

El agente también sostuvo que Maxwell fomentaba deliberadamente la idea de familia y protección, lo que llevaba a las jóvenes a sentirse queridas y respaldadas. Esa percepción, según el testimonio, resultó clave para que las menores aceptaran progresivamente conductas abusivas, incluso cuando experimentaban confusión o rechazo inicial.

Las transcripciones indican además que, con el avance de los abusos, Maxwell habría pasado a participar de forma directa, instruyendo y ridiculizando a las adolescentes frente a Epstein. En algunos casos, se la acusa de dar indicaciones explícitas y de burlarse de otras jóvenes, contribuyendo a un clima de humillación y sometimiento.

Varios de los testimonios coinciden con declaraciones ya conocidas de víctimas que comparecieron públicamente durante el juicio, como Jane y Annie Farmer. Entre los episodios descritos figura el de una joven a la que Maxwell habría guiado para que realizara masajes a Epstein, minimizando su incomodidad mediante bromas y un trato aparentemente informal.

Los documentos también perfilan una estrategia basada en la creación de vínculos personales: interés por las vulnerabilidades de las víctimas, gestos de cercanía y obsequios, como el envío de lencería a nombre de Maxwell y Epstein. En uno de los testimonios de 2007 no se mencionó inicialmente a Maxwell, algo que, según explicó un agente citado en los expedientes, se debió a que “no se lo pidieron” en ese momento.

Tras la publicación de los documentos, Ian Maxwell, hermano de Ghislaine Maxwell, cuestionó el alcance de los materiales difundidos y advirtió sobre su carácter parcial. En declaraciones a The Guardian, sostuvo que las transcripciones del gran jurado “no constituyen prueba de culpabilidad” y que, por su naturaleza preliminar y unilateral, no ofrecen una visión equilibrada ni reflejan los argumentos o evidencias que la defensa podría presentar ante un tribunal.

Mientras la defensa explora vías para revertir la condena de Maxwell, la aparición de estos documentos vuelve a poner de relieve el debate sobre la responsabilidad individual, la manipulación psicológica y las fallas estructurales que permitieron el funcionamiento de una red de abusos durante años.

Fuentes varias

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